Un más que probado axioma sociológico, enunciado por William I. Thomas en 1928, señala que “si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias”
A partir de esta afirmación podríamos sostener que, en el presente, obtenemos distintas consecuencias procedentes de dos tipos de causas o efectos. El primer tipo de consecuencias es el que se deriva de sucesos reales, de hechos concretos.
El segundo tipo de consecuencias se produce a partir de hechos que han sido entendidos de una determinada forma o, simplemente, han sido pensados o imaginados. Es decir, es la forma en que interpretamos las cosas, o en algunos casos cómo las imaginamos, la que determina las situaciones futuras.
La realidad demuestra que ninguno de estos dos tipos de efectos se da sin la participación del otro. Otra cosa es la medida en la que cada uno influye sobre la realidad presente. Pero lo que está claro es que siempre hay una influencia, mayor o menor, de las personas que intervienen en las situaciones. Por tanto, podemos decir que colectiva e individualmente y en mayor o menor medida, somos elementos determinantes en los resultados que obtenemos.
Otra evidencia es que, dentro de los colectivos o grupos, cuanto mayor es el estatus y el poder de las personas que los integran, más influencia tienen en la definición o interpretación de las situaciones. Dentro de una empresa, qué duda cabe, son sus Líderes, los que influyen más directamente en la construcción de la realidad presente y futura.
Un esquema muy sencillo nos puede ilustrar sobre la importancia que tienen nuestros pensamientos y las formas que tenemos de entender la realidad. Los resultados que obtenemos, nuestros éxitos o fracasos, son consecuencia de nuestras acciones, nuestras acciones están determinadas por nuestras decisiones, nuestras decisiones están ampliamente influidas por nuestras actitudes y, finalmente, nuestras actitudes se forman a partir de nuestros hábitos de pensamiento.
Podemos decir en consecuencia, que nuestros resultados son fruto de nuestros pensamientos. ¿Qué tiene esto que ver con el Liderazgo y con la recuperación o la consecución de nuestros objetivos empresariales?
En mis conversaciones con empresarios, escucho muchos pensamientos negativos acerca de la situación actual y muchas lamentaciones.
Aún en las situaciones más complicadas, tenemos que plantearnos qué hábitos de pensamientos tenemos y de qué manera están condicionando nuestras conversaciones. Si cambiamos algunos de nuestros pensamientos y, sobre todo, la forma de comunicarlos, podremos influir en los resultados que obtenemos. Un hábito de pensamiento que tenemos muy arraigado es el pensar no como nos gustaría que fuesen las cosas, sino como no nos gustan que sean. Este hábito nos es inculcado desde pequeños, cuando nuestros educadores (padres, familia, colegio, maestros) desarrollan el proceso de socialización, este proceso en su mayor parte consiste en establecer prohibiciones: “no hagas…; no digas…; no veas…; no toques…; etc. Por ello, por ejemplo, nos resulta mucho más fácil decir “esto no puede seguir así… ” que “tenemos que seguir de este modo…”.
Si pudiéramos medir la energía consumida en todas las empresas de nuestro entorno, en conversaciones cuyo único ingrediente son las lamentaciones, no nos sorprendería que la deseada recuperación no vaya al ritmo que todos queremos.
La lamentación produce frustración. Si pasamos demasiado tiempo viviendo del pasado, preocupándonos por circunstancias que ya no van a volver, por decisiones ya tomadas y por oportunidades ya del todo perdidas, nuestra actitud se va a seguir nutriendo mucho más de pensamientos negativos que de positivos y las consecuencias serán aquellas que hemos predicho.
Si dejamos que la lamentación ocupe una buena parte de nuestra atención y de nuestro tiempo, no vamos a poder actuar adecuadamente en el presente, para enfrentamos a las circunstancias y a las necesidad de tomar las decisiones que nos permitan alcanzar nuestros objetivos.
Pero lo más importante es que mientras estamos lamentándonos y dejando que en nuestras empresas no dejen de realizarse debates estériles con respecto a lo que pudo ser y no ha sido, estamos haciendo que la situación no sólo no cambie, sino que propiciamos que sea tal como estamos prediciendo.
Mi propuesta para los Líderes de las empresas, es que desarrollen positivamente el Liderazgo ejemplificador, que consiste en transmitir permanentemente a sus colaboradores su visión, la misión y los valores de su organización con transparencia, con un enfoque positivo y orientado al logro.
En definitiva, es el Liderazgo que transmiten aquellos Líderes que constantemente están desarrollándose en todas las áreas del Liderazgo.